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martes, 19 de octubre de 2010

De cómo conocí al Capi Ospina


Tumbado en mi cama viendo pasar las horas, escuchando los truenos y relámpagos de un aguacero torrencial de esos que  de cuando en vez bañan a Medellín, prendí el televisor en uno de los dos únicos canales que existían por aquel entonces. Citas con Pacheco desde Santa Marta, el invitado, el Capitán Francisco Ospina Navia. Corría el año de 1983, tenía yo 19 años.

- Yo quiero trabajar con ese señor-, pensé.

Tomé mi máquina y le escribí pidiéndole trabajo. Sellé la carta y la envié por correo. Pasaron las semanas y los meses; honestamente ya no esperaba respuesta. Un día en el buzón de correo encontré la carta que a continuación transcribo. La guardo como el más valioso  tesoro. En esa carta el Capi deja entrever su carácter recio, su talante militar y su espíritu aventurero, pero más allá de todo eso, el profundo amor que profesaba por el mar.

“Octubre 25-83

Señor

JUAN FELIPE RESTREPO

Medellín

Estimado joven:

Recibí su carta y le agradezco sus comentarios. En cuanto a su deseo de trabajar en el Acuario, en realidad creo que usted puede aprender algunas cosas prácticas de pesca y marinería. Pero las condiciones del alojamiento son pobres y sus compañeros de trabajo son motoristas y el guía del Acuario. Usted tendría que quedar un poco aislado del bullicio de la ciudad, pues la lancha viene al Rodadero a las 5 p.m. pero regresa antes de las siete, es decir que desde esa hora queda “internado” (las comillas son de él) hasta las 8 de la mañana cuando la lancha regresa al Rodadero. Tiene derecho a un día libre. Si en un mes de trabajo a usted le gusta el ambiente y si yo estoy conforme con su conducta puede comenzar   a recibir un pequeño sueldo para sus gastos personales. No acepto en el personal que trabaja en el Acuario, indisciplina, desorden ni alcoholismo. Hay una cocinera que hace el almuerzo, pero el desayuno y la cena se la preparan los motoristas y el celador que permanecen en la noche en el Acuario. No tenemos categorías en el trabajo y lo mismo puede tocarle una faena de pesca o de buceo, que tirar pala o barrer con escoba.
De manera amigo, que si le interesa, avíseme con 10 días de anticipación. Coincidencialmente, he recibido cuatro cartas como la suya y solamente a usted le contestado afirmativamente.

Cordial saludo;

Francisco Ospina Navia”


Este ha sido uno de los momentos de inflexión más importantes de mi vida, un viraje y un cambio de rumbo de 180º. Conocer al Capi, haber tenido el privilegio de compartir con él la pesca, el buceo, el "oiga loco nos va a matar....  " cuando te ponía al mando de la "atrevida", el temperamento en el rescate de unos "pérdidos"  en medio de las olas y las corrientes. El compartir los sueños  de una  Colombia más próspera a través de un turismo más responsable, de un país incluyente y decente. Un país que ame y respete  sus recursos naturales, y sobre todas las cosas,  una estado que haga lo  que tiene que hacer, gobernar con transparencia, con principios y para todos. El Capi fue un hombre recto, como el bauprés de un gran velero. Un hombre de principios. Para mi, el último gran aventurero. El que se recorrió a remo y vela este país de Norte a Sur, de Oriente a Occidente. Quizá estábamos persiguiendo el horizonte cuando nos hablaba de canales, de la protección de las cuencas de los ríos y de los mares, de los corazones de las ballenas, y de su corazón.... que latía tan fuerte y era tan grande, que hasta una ciudad entera cupo en él, su Santa Marta de alma. Creo que nuestro mejor reconocimiento es velar por que esas visiones se conviertan en realidades.  Capi, mi gratitud infinita por haber respondido esa carta, gracias por haberme regalado ese tesoro maravilloso, que vale más que todo el oro del mundo, tu amistad. Muchas gracias, desde donde estés, muchas gracias.

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